Una adaptación a un centro residencial es siempre una adaptación a 3 bandas por parte del usuario, la familia y el centro. Durante este tiempo los tres nos vamos conociendo; el usuario debe conocer el funcionamiento del centro, las relaciones de convivencia con otros compañeros y con el personal, la familia no sólo debe hacer su propio proceso de adaptación sino que también acompañar y entender el proceso del familiar, el centro también vamos entendiendo las preferencias en comida, participación, habilidades sociales, iniciativas, comportamiento,…
Durante el tiempo de adaptación no podemos realizar las valoraciones y conclusiones antes de tiempo, debemos dejar pasar este período para poder valorar si el centro cubre las necesidades y expectativas que se habían depositado en él.
Durante este proceso, por parte del residente aparecen factores estresantes que dificultan la adaptación, como son: la sensación de no saber cuál es su sitio, no saber qué hacer, pérdida de identidad personal, tendencia al aislamiento, ruptura del estilo de vida anterior, se entra en una etapa de duelo, pérdida relacional y cambio en la cantidad y forma de interaccionar con las personas significativas, sentimiento de soledad.
Factores positivos que ayuden y contrarrestan a los factores estresantes como son: importancia que no se sienta engañado en el ingreso, es bueno que sea conocedor de lo que ocurre y si la situación cognitiva lo permite es bueno que sea consciente de lo que ocurre, que entienda la situación y lo que significa; otro factor positivo es mantener contacto frecuente con los familiares, contacto de calidad (recordando momentos felices, divertidos…), hacerlos conocedores de la vida diaria del resto de familiares (escuela de nietos, trabajo, amigos…); evitar explicar preocupaciones externas que ellos no pueden gestionar o implicarse y sólo les puede causar impotencia y preocupación; importancia de la comunicación, necesitarán explicar cómo se sienten, los miedos, lo que no les gusta…. Como familiares se debe realizar una escucha activa, sin magnificar las problemáticas que puedan surgir, sino derivar a los profesionales del centro cuando sea necesario para poderlas trabajar.
Poco a poco, los mismos usuarios comienzan a verbalizar frases que nos demuestran que la adaptación va por muy buen camino, como son: querría estar en casa, pero sé que no puede ser, aquí estoy bien, hoy una señora ha hecho o ha dicho … , esté tranquilos hijos, tal día no venga porque estamos haciendo una actividad, mi compañera de mesa se llama…, al volver de un paseo: ya llegamos a casa, se va que encontrará mucho tráfico en la carretera y yo aquí estoy bien.
Este proceso de adaptación por parte del familiar también es muy duro (a menudo más que el propio usuario), aparecen muchas dudas como por ejemplo; si era el momento adecuado, si todavía podría haber estado en el domicilio, sentimiento de culpa por abandono, necesidad de estar y saber lo que hace en todo momento….
Para ayudar en este proceso también es importante que se busque apoyo, se pueda comunicar con el resto de familiares, con el propio usuario y con los profesionales del centro; que se mire objetiva y racionalmente lo que se ha podido mejorar en el día a día del usuario (alimentación, higiene, soledad, estimulación, riesgo de algún tipo de accidente domiciliario,….)
Poco a poco, irán llegando pensamientos que también pondrán de manifiesto que se está aceptando la decisión del ingreso como punto inicial de adaptación, frases como: me costó tomar la decisión y ha sido muy duro los días de preparación y las primeras semanas en el centro, pero ahora le veo bien, le veo tranquilo, ha merecido la pena dar este paso tan duro emocionalmente, quizás incluso no hubiera ido mal haberlo hecho antes.
La adaptación al centro es un proceso complejo y largo que se podría decir que pasa por diferentes etapas: preparación/ pre -ingreso, ingreso, adaptación y posterior integración en las dinámicas del centro. Es importante que una vez que se decide que la opción de ingreso es la más necesaria para el familiar, se haga una preparación tranquila, segura y con pasos firmes, así ellos también se sentirán más seguros; y una vez en el centro es cuando se empieza plenamente con el proceso. Este proceso puede ser más o menos largo dependiendo de la suma de diversas circunstancias: de cada usuario, familia, miedos, grado de deterioro cognitivo,….
La experiencia lleva a poder decir que prácticamente todos los usuarios acaban realizando una adaptación satisfactoria entre 6 y 12 semanas.